La piel de un niño y la de una persona mayor no reaccionan igual ante el sol. Ambos grupos comparten una característica clave: su mayor vulnerabilidad frente a la radiación ultravioleta (UV).
Durante el verano, los riesgos se disparan si no se aplican medidas de protección adaptadas a su edad y condición física.
Según el curso A la sombra del sol, tanto en la infancia como en la vejez el cuerpo tiene menor capacidad para defenderse del daño solar, y las consecuencias pueden ir desde quemaduras graves hasta complicaciones inmunológicas o dermatológicas a largo plazo.
👶 ¿Por qué los niños necesitan más protección?
- Su piel es más fina y tiene menos melanina.
- No regulan bien la temperatura corporal, lo que aumenta el riesgo de insolación.
- Son más propensos a pasar horas al sol jugando, muchas veces sin protección constante.
🧴 Consejo práctico: Aplica protector solar 30 minutos antes de salir, usa gorros y ropa con filtro UV, y limita su exposición entre las 12:00 y las 16:00.
👵 ¿Y qué pasa con los mayores?
- La piel es más seca, fina y con menor capacidad de reparación celular.
- Toman más medicamentos que pueden provocar fotosensibilidad.
- Pueden no notar los efectos del sol hasta que ya es tarde (daño silencioso).
🧴 Consejo práctico: Además de protección solar, es clave usar gafas, mantener la hidratación y revisar posibles manchas o lesiones tras exposiciones prolongadas.
🎓 La fotoprotección es también una responsabilidad social
Si cuidas de personas mayores, trabajas con niños o estás en entornos asistenciales, comprender estos riesgos puede ayudarte a prevenir daños irreversibles y fomentar una cultura del autocuidado informada y responsable.
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